Científicos de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, en Alemania, detectaron nueve factores de riesgo genéticos vinculados con la miopía que, en conjunto con otros condicionantes ambientales, aumentan este inconveniente visual en los últimos años.

El descubrimiento, publicado en la revista científica ‘Nature Communications’, forma parte del trabajo del Consorcio para la Refracción y la Miopía (CREAM, en sus siglas en inglés), constituido por diferentes investigadores internacionales para buscar un origen genético de este trastorno.

Investigaciones anteriores en hermanos o pacientes con antecedentes familiares indicaban que el surgimiento de la miopía se determina en gran parte por asuntos hereditarios. No obstante, los genes identificados hasta hoy no servían para explicar de que sea una patología congénita.

Además de estos factores genéticos, la enfermedad también se ha relacionado a distintas influencias ambientales, generalmente asociadas a la educación y utilización de dispositivos tecnológicos.

Con el fin de detectar mutaciones genéticas vinculadas con la miopía y obtener más información sobre el desarrollo de la afección, el consorcio desea hacer un meta análisis de datos a nivel mundial llevado a cabo desde 34 estudios con más de 50 mil participantes. El segundo con más pacientes es el realizado por la Universidad de Mainz, con 4.500 personas.

Teniendo en cuenta que los factores ambientales y hereditarios se refuerzan entre sí en el desarrollo de la miopía, los expertos idearon un concepto novedoso de análisis estadístico que tuvo en cuenta ambos factores en la misma medida y de manera simultánea, lo que dio la posibilidad de detectar hasta nueve factores que eran desconocidos.

Estas variantes genéticas recién descubiertas están vinculadas con proteínas que hacen funciones importantes en transmisión de señales en el globo ocular.

Uno de estos genes es de gran interés, ya que posee un rol relevante en la transmisión del ácido gamma-aminobutírico neurotransmisor (GABA) en el ojo. Trabajos anteriores han comprobado que hay una mayor activación de este gen en los ojos miopes y los resultados de estudios actuales corroboran esta tesis.

A pesar de este descubrimiento, los autores aseguran que requieren más investigaciones para establecer cómo los mecanismos funcionan e interactúan con otros.

Fuente: telecinco.es

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