El ají picante es una fuente de antioxidantes. Solo 42 gramos de esta especie puede reemplazar la dosis diaria de vitamina C. Este también es rico en vitaminas A y en minerales como hierro y potasio.

La capsaicina, el compuesto más característico del ají, incluso ha sido asociado a la pérdida de peso. Investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de Wyoming, en Estados Unidos, indicaron que ratones alimentados con una dieta alta en grasas arrojaron una aceleración del metabolismo, consiguiendo quemar más energía y perder peso corporal.

Otro trabajo publicado llevado a cabo por la Universidad de Adelaida, en Australia, concluyó que la interacción entre la capsaicina y las paredes del estómago tienen un rol importante en la sensación de saciedad.

En este sentido, estudios anteriores también respaldan la función controladora del apetito que pudiera poseer el ají picante.

Investigadores aseguran que, antes de cambiar la dieta completamente, es necesario administrar el consumo de ají, sobre todo los que son de tipo más fuerte.

En 2012, un equipo de nutricionistas de la Universidad de Hong Kong descubrió que la capsaicina contribuye a destruir el denominado “colesterol malo”, el que bloquea las arterias. Asimismo, deja solamente en “colesterol bueno”, que contribuye a suprimir cualquier obstrucción.

También se detectó una segunda ventaja para la salud cardiaca. Al parecer, la capsaicina impide la acción del gen que contrae las arterias y que restringe el flujo de la sangre.

En tanto, se han conseguido buenos resultados en experimentos con ratones con células de cáncer de próstata y pulmón, así como también existen señales de ser eficaz ante contra patologías en el colon. No obstante, es importante comprobar estas conclusiones en humanos.

«Hay muchos reportes que señalan los efectos positivos de la capsaicina en la salud de las personas, especialmente con cáncer, pero también hay otros estudios que demuestran lo contario», advierte Zigang Dong, del Instituto Hormel, de la Universidad de Minnesota.

Como vemos, y en dosis razonables, el ají picante que nos hace llorar puede significar una ventaja para nuestra salud en general.

Fuente: BBC

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