E-mails, blogs, Facebook, Whatsapp, Twitter xa0y por supuesto, libros de papel y digitales. Donde miremos siempre hay algo para leer, haciendo que muchas veces deje de ser una actividad placentera. La tecnología ha cambiado la manera en que interactuamos con los textos, ya que disponemos de poco tiempo y mucha información y digerirla requiere rapidez.

Parece obvio que quienes leen constantemente lo hacen más rápido, a diferencia de quienes lo hacen de forma ocasional. Se dice que un adulto debe leer entre 200 y 300 palabras por minuto, aunque desde hace años hay quienes han querido ir más allá. En la década de 1950, la profesora estadounidense Evelyn Wood implantó un método para mejorar la dinámica de lectura, entre cuyos incondicionales estaba John F. Kennedy, de quien se decía que alcanzaba 1.200 palabras por minuto.

Desde entonces han proliferado programas de todo tipo y atletas de la lectura. La británica Anne Jones, quien en 2007 engulló Harry Potter y las reliquias de la muerte de 640 páginas, solo en 47 minutos, ha ganado el Campeonato Mundial de Lectura Rápida en seis ocasiones.

Las técnicas de lectura consisten básicamente en emplear una estrategia selectiva que pasa por omitir palabras o frases enteras. A veces el lector solo se fija en tres o cuatro puntos de cada línea. Otros prefieren centrarse en la fracción superior las palabras, partiéndolas por la mitad, según dicen así se procesa mejor.

Sin embargo, un estudio sobre la efectividad de estos métodos realizado en 2009 por la Universidad de Bath en Reino Unido, reveló que estas técnicas ayudan a retener las ideas importantes de un texto pero no las secundarias. Aunque admitía que “leer por encima” puede ser un método efectivo para filtrar textos, lo recomendable es leerlos en su totalidad.

Los investigadores explican que “cuando necesitamos una comprensión más profunda del contenido, hay que detenerse en las microproposiciones que sitúan el texto y aportan coherencia”.

En base a esto podríamos decir que estos métodos funcionan, pero en mensajes sencillos, como el correo electrónico. Si este está compuesto por más de 100 palabras, por ejemplo, podría superar la velocidad media que permitiría la lectura de 140 e-mails por hora.

Sin embargo, retener la información es, a fin de cuentas, el objetivo de la lectura. José Luis Galve, doctor en Psicología y catedrático de Psicología y Pedagogía explica que “debe primar la comprensión frente a la fluidez. De nada nos sirve leer muchas palabras si realmente la información que procesamos está alterada o incompleta”.

También afirma que “no leemos realmente todas las palabras. El buen lector lo que absorbe son las raíces significativas y ciertas terminaciones, y del encaje que hace de todas esas palabras a nivel cognitivo saca la comprensión. Por eso la lectura silenciosa es más rápida que la lectura en voz alta; permite omitir ciertos elementos”.

“Los buenos lectores se inician en segundo de primaria, en torno a los ocho años. Un niño que rompe a leer en el ciclo inicial de primaria y disfruta con la lectura, va a leer de forma espontánea. Y a partir de tercero lo hará por placer. En cambio, un niño que lee por imposición, progresivamente, perderá el hábito de hacerlo”, concluye Galve.

En el siguiente video podremos aprender algunas de las técnicas empleadas para leer de manera más rápida, aunque a la hora de leer siempre es mejor entender el texto que simplemente comérselo.

 

 

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