Bajo el agua, difícilmente se puede leer. En estas condiciones, el ojo humano tienen un funcionamiento bastante deficiente: es como si padeciéramos una hipermetropía severa, con unas 20 dioptrías.

Este fenómeno de visión deficiente bajo el agua se debe al fenómeno de refracción, concepto que se refiere al cambio de dirección de los rayos lumínicos al pasar de un medio a otro. Cuando la luz ingresa al ojo, de estado gaseoso a sólido, la córnea realiza una corrección y la imagen se enfoca de manera idónea en la retina.

No obstante, bajo el agua este sistema falla completamente. Esto ocurre porque nuestros globos oculares están adaptados al aire. Así, se estima que perdemos hasta el 87% de la capacidad de corrección ya mencionada.

Existe la posibilidad de utilizar las afamadas gafas de buceo. Sin embargo, con esta medida se experimenta otro fenómeno óptico, aunque de menor gravedad: el tamaño de los elementos se incrementa, pareciendo estar más cerca de lo que se encuentran realmente. También provoca otros efectos, que detallaremos a continuación.

El uso de máscara submarina

La utilización de una máscara submarina es fundamental en toda inmersión. A pesar de esto, debemos tener en cuenta que con su uso nuestro campo visual se reduce considerablemente, sobre todo en la vista lateral.

Esta situación incide en la capacidad de percibir y, por ende, en la de reacción. Por este motivo, es importante que el resto de los sentidos estén a su máxima capacidad. Para todos los buceadores es de suma importancia el control de los cambios cromáticos bajo el agua. Este campo ha sido exhaustivamente analizado, con el objetivo de obtener la señalización submarina ideal.

 

 

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