Científicos de la Universidad de Murcia, en España, descubrieron que pasamos alrededor de una hora diaria a ciegas, sin saberlo. El hallazgo fue gracias a una cámara ultrarrápida, con la que se determinó que el cristalino oscila de arriba hacia abajo luego de cada movimiento ocular, bloqueando por unas décimas de segundo las imágenes en la retina.

No obstante, el globo ocular humano no percibe esta ceguera transitoria, ya que dura un tiempo parecido al del movimiento del cristalino. Este fenómeno, denominado científicamente como “supresión sacádica”, evita que observemos imágenes distorsionadas cuando enfocamos la vista en un objetivo.

Como promedio, el ser humano lleva a cabo más de 60 mil movimientos sacádicos diarios, donde la vista queda suprimida por 50 milisegundos y quedamos a ciegas. Al sumar todos estos bloqueos, se pasa cerca de una hora al día sin poder ver y no lo advertimos.

Con el fin de conocer de mejor manera los mecanismos dinámicos del ojo, los investigadores crearon una nueva herramienta para el estudio de los movimientos del cristalino durante y luego de los movimientos sacádicos. A través de este sistema, el que incorpora una cámara ultrarrápida con la capacidad de captar 400 imágenes por segundo, se estableció que después de un movimiento sacádico el cristalino se balancea como una “masa con resorte amortiguado”, hasta que vuelve a estar estable. De esta manera, según los autores, se comporta como un “muelle”.

Los motivos neurológicos o físicos de la supresión de la vista luego de estos movimientos no están claros. Sin embargo, se ha comprobado que la interrupción de la vista cuando culmina el movimiento del ojo y los vaivenes del cristalino tienen una duración similar, por lo que se estima que ambos están sincronizados.

De esta manera, los expertos afirmaron que del hallazgo se deduce que el sistema visual creó una estrategia de defensa ante la degradación de la imagen retiniana. Asimismo, esta herramienta brinda aplicaciones clínicas potenciales para la mejora de la detección y el control de enfermedades que inciden en el cristalino, como el síndrome pseudoexfolitativo o el síndrome de Margan. Asimismo, existe la posibilidad de contribuir a una mayor estabilidad de los lentes intraoculares.

 

 

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