Someterse a chequeos visuales periódicos es una medida efectiva que asegura una buena salud visual. En muchas ocasiones, se da la creencia popular de que solamente se debe asistir donde un oftalmólogo cuando se advierte un problema ocular notorio, sin pensar que algunos de estos inconvenientes pueden prevenirse y evitar los costos agregados en tratamientos médicos y quirúrgicos.

Una investigación reciente realizada en Estados Unidos ha demostrado que los costos ligados a la pérdida de la vista y trastornos oculares en este país para menores de 40 años significan la cifra de 14,5 millones de dólares.

Otro análisis evaluó en Canadá la influencia de los inconvenientes patológicos visuales en 860 pacientes que solamente acudían a la consulta oftalmológica porque no veían bien y deseaban corregirlo. En este estudio, se detectó que en un 26,1% de los casos había un estado patológico ocular desconocido por el paciente, y que estaban a tiempo para tratarlo.

Uno de los ejemplos claros del requerimiento de chequeos regulares de los ojos es el glaucoma, siendo el segundo motivo de ceguera en el mundo occidental y la tercera causa en el planeta.

En este sentido, es importante que los centros oftalmológicos brinden una tecnología apropiada, así como informar de la mejor manera al paciente sobre esta enfermedad neurodegenerativa del nervio óptico, donde van atrofiándose o desapareciendo las fibras nerviosas a nivel de la papila óptica. Esto ocurre de manera gradual, comenzando generalmente por las encargadas de la visión más periférica.

La afección puede pasar inadvertida en su fase inicial por el paciente, y solamente darse cuenta de su existencia cuando ya se necesitan tratamientos más complejos, sin la posibilidad de que haya una recuperación completa.

 

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