De forma aproximada, una de cada cinco personas tienen una leve diferencia de tamaño entre una pupila y la otra. La condición posee el nombre de anisocoria y, generalmente, no representa un problema de salud. No obstante, si las pupilas cambian de tamaño y aparece sensibilidad a la luz y visión borrosa, es necesaria una visita al oftalmólogo.
La pupila es la zona negra de los ojos, en el centro de la parte de color denominada iris. Esta permite que la luz entre a la retina, Por este motivo, aumenta su tamaño ante la luz tenue y se hace más pequeña frente a una gran iluminación.
En algunas ocasiones, las pupilas pueden tener temporalmente un tamaño distinto. Este estado se conoce como anisocoria fisiológica y, si no existen otros síntomas, las pupilas vuelven a la normalidad. En este sentido, no constituye un motivo de preocupación.
De la misma manera, hay bebés que nacen con pupilas de distinto tamaño y, generalmente, no tienen inconvenientes. Si otros integrantes de la familia tienen la misma condición, es probable de que esta disparidad tenga una influencia genética.
¿Cuándo alertarse?
La diferencia suele ser menor a 0,5 milímetros (mm), aunque puede llegar hasta 1 mm. No obstante, cuando la asimetría es mayor a este tamaño y la pupila no retorna a su estado normal, puede ser una señal de patología visual, cerebral, neurológica o vascular.
Por este motivo, al notar cambios cambios extraños en el tamaño de las pupilas, los cuales no desaparecen, es de suma importancia acudir a un oftalmólogo a la brevedad. Esto puede indicar una lesión visual o traumatismo craneal. De la misma manera, junto a la manifestación ya señalada, se debe estar atento a los siguientes síntomas:
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Párpados caídos.
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Disminución del movimiento de los ojos.
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Dolor ocular o de cabeza.
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Reducción del sudor.
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Cuello rígido.
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Sensibilidad a la luz.
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Pérdida de visión o vista borrosa.
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Náuseas, vómitos o fiebre.