Los típicos ojos rojos al salir de la piscina son una inflamación de la membrana conjuntiva. La irritación producto del cloro en las piscinas es más frecuente en niños que nadan bajo el agua con los ojos abiertos, o aquellas personas que teniendo piel sensible, no protegen sus ojos con gafas de natación de buena calidad.

El director médico del centro oftalmológico Ultravisión, doctor Oscar Garrido, señala que “para controlar la irritación se pueden utilizar colirios humectantes (lágrimas artificiales) que no contengan conservantes y, si transcurrido un tiempo prudente la irritación continúa, acudir al oftalmólogo.”

También, hay que tener especial cuidado en personas que usan lentes de contactos. La recomendación en este caso es bañarse sin ellos, para no exponerlos al riesgo potencial de contraer infecciones oculares que, en ocasiones, pueden ser muy graves. Las lentes blandas, sobre todo, necesitan humedad, y de la misma manera que absorben líquidos pueden contaminarse con hongos y bacterias acuáticas y derivar en infecciones o lesiones en la córnea.

Se deben considerar las concentraciones de cloro que tiene la piscina, ya que con los índices correctos no debería haber problemas de irritación. El doctor Garrido agrega que “hay que revisar además los anti hongos, buffer, amortiguadores de ph y todos los elementos químicos presentes en el agua, porque lo más importante es prevenir posibles infecciones oculares”.

Si ha tenido una intervención ocular en las últimas tres semanas o está en tratamiento, puede de igual forma disfrutar de la piscina pero no debe sumergir la cabeza bajo el agua.

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