La parálisis de bell es una condición momentánea que provoca que algunos músculos de la cara se paralicen o debiliten. Así, la mitad de la cara tiene la apariencia de estar caída, por lo que no se podrá cerrar el ojo de la zona del rostro afectada. El párpado inferior también puede voltearse hacia afuera, fenómeno denominado ectropión. Esto conlleva a una sequedad excesiva o lagrimeo del globo ocular.

Esta anomalía surge cuando el nervio encargado de controlar los músculos faciales de un lado de la cara, llamado séptimo nervio craneal, se inflama. La parálisis de bell puede afectar a cualquier persona, pero especialmente al grupo etário entre los 15 y 60 años de edad.

Sus síntomas mejoran en unas pocas personas en la mayor parte de los individuos, los que en promedio están totalmente recuperados entre tres y seis meses. La parálisis de bell puede tornarse frecuente en alrededor de un 10% de los pacientes, ya sea en un costado o el otro del rostro.

La condición extrañamente incide en los dos lados de la cara, aunque es una situación que podría pasar. Si surge la forma bilateral de la parálisis de bell, o si cualquier otra zona del organismo se paraliza, adormece o debilita, es de suma importancia que el médico descarte otras causas.

Se estima que la causa más habitual de la parálisis de bell es el virus de herpes simple, el que también genera el herpes labial. Otras posibles causas de esta condición son el virus del herpes zóster -el que produce la varicela y el herpes zóster-, el virus que desencadena la mononucleoisis y el citomegalovirus.

Si uno de estos virus ingresa en el organismo, hay riesgo de que el nervio responsable del control de los músculos faciales se inflamen.

No existe un examen de laboratorio específico que se utilice para la confirmación de una parálisis de bell. En vez de esto, el médico puede detectar la condición descartando otras causas de parálisis facial, como derrames cerebrales u otras condiciones neurológicas. De esta manera, el profesional examina la cara y analiza la incapacidad de movimiento de músculos superiores o inferiores del área afectada.

En algunos casos, se pueden encargar exámenes sanguíneos para determinar otras posibles causas de la parálisis de bell, como diabetes o infecciones.

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