Un nuevo método permitió que, en tan solo 70 horas de entrenamiento, los invidentes alcanzasen una agudeza visual que, aunque no implicó la activación del sistema oftalmológico del cuerpo, sí activó la red de identificación visual del cerebro.

Se suele pensar que si la corteza visual del cerebro se ve privada de la información visual en la más tierna infancia, posteriormente no podrá desarrollar su especialización funcional y, por tanto, la restauración de la vista en un futuro resultará casi imposible.

Sin embargo, científicos de la Universidad Hebreo de Jerusalén han constatado, usando un equipo fotográfico y sonoro especializado, que las personas ciegas en realidad sí pueden «ver» y describir objetos, e incluso identificar letras y palabras.

El hallazgo ha sido posible gracias a un estudio realizado por un equipo de investigadores dirigido por Amir Amedi, del Edmond and Lily Safra Center for Brain Sciences y del Institute for Medical Research Israel-Canada de la Universidad Hebrea, en el que se aplicó un nuevo paradigma de entrenamiento para ciegos, basado en dispositivos sensoriales de sustitución (SSD).

¿Qué son los SSD?

Los SSD son soportes sensoriales no invasivos que proporcionan información visual a los invidentes, a través de los sentidos que estos sí tienen. Por ejemplo, un usuario con un SSD visual-auditivo llevará, en un entorno clínico o cotidiano, una cámara en miniatura conectada a un pequeño ordenador (o teléfono inteligente), así como auriculares estéreo.

Este sistema hace que las imágenes se vuelven “sonoras”, gracias a un algoritmo de predicción, lo que permite al usuario escuchar y luego interpretar la información visual procedente de la cámara.

Desarrollo de la agudeza visual

Las personas ciegas que participaron en este estudio alcanzaron un nivel de agudeza visual que supera al establecido por los criterios para la ceguera de la Organización Mundial de la Salud (OMS), informa la Universidad Hebrea de Jerusalén a través de Alphagalileo.

La capacidad “visual” desarrollada por estos individuos, aunque no es convencional en el sentido de que no implicó la activación del sistema oftalmológico del cuerpo, realmente activó la red de identificación visual del cerebro.

Las pruebas realizadas con estas personas demostraron que, tras 70 horas de entrenamiento con el método desarrollado en el laboratorio, estas pudieron utilizar con facilidad los SSD para clasificar imágenes en categorías de objetos (rostros, casas, formas del cuerpo, objetos y texturas cotidianas).

Asimismo, los participantes también fueron capaces de establecer la localización de personas, identificar expresiones faciales e, incluso, leer letras y palabras. Los resultados obtenidos han aparecido publicados en el último número de la revista Neuron.

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