Para ayudar a la memoria. Para contar historias, nuestras historias. Para detener los segundos y nunca estar viejos. Para que nos recuerden cuando no estemos, o no seamos los mismos.

Tomamos fotografías porque queremos trascender y vivir los mejores momentos por siempre.xa0Queremos romper las leyes de la física, aumentar el color. Queremos ampliar el blanco y el negro, desenfocarnos para enfocarnos. Queremos usar filtros que deterioran la imagen, que lo nuevo se vea viejo y lo viejo se vea nuevo. Queremos compartir con nuestra familia y amigos aquellos viajes a los que no fueron invitados, o las fotos de la fiesta a la que sí fueron invitados. Queremos subir fotos a las redes sociales, para ser las estrellas en nuestras 10 fotografías de fama. Queremos compartir con el mundo lo que nuestros ojos ven.

Pero en este maravilloso proceso nos olvidamos de vivir el momento. Nos ocupamos más del recuerdo que perdurará en nuestros computadores o redes sociales, que el recuerdo que se creará en nuestra mente. No vivimos lo que vivimos, lo fotografiamos.

Vamos a un concierto y lo primero que sacamos es el teléfono. Somos los zombies que se alimentan de imágenes que serán descargadas o subidas, pero raramente vistas. Es la inmediatez de la ultima foto que perdura en nuestras retinas pocos segundos. Y esto sólo si tenemos la mínima organización de bajar, ver y subir la foto. Millones de veces, en todos los rincones del mundo, en miles de tarjetas de memoria, ocurre el absurdo acto de: bajo las fotos al cementerio del disco duro, no las miro, no las ordeno, no vivo el recuerdo de aquello que no viví por tomar fotos que alimentan de color a los silenciosos gigabytes del olvido.

Megapixeles nos invaden la cabeza y nos creemos los mejores fotógrafos del universo porque tenemos “la mejor” cámara del mundo. Pero lo que importa no es con que tomamos una fotografía, es la pasión y creatividad que ponemos al disparar lo que cuenta. No es la cámara, es el fotógrafo. Alguien que no vive antes de tomar una foto, nunca será el mejor fotógrafo del mundo.

Hay que detenerse y preguntarse: ¿Por qué tomamos fotografías? Ese debe ser el primer paso para comenzar a captar momentos maravillosos.

Fuente: Alt1040

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